Atrapa al espectador por el protagonista,
toques
satíricos y su crítica demoledora
A veces, cuando se hace una
crítica, se busca enfocar la visión hacia la narrativa y a partir
de allí se construye el análisis de lo que se visualizó. En el caso
del filme “Dallas Buyers Club”, realizada por Jean-Marc Vallée,
es todo lo contrario, se ve primero al actor, luego a la interpretación,
y por fin el contenido total. ¿Por qué el actor? Porque la primera imagen
que sorprende al espectador es la de un Matthew
McConaughey flaco como un galgo, mostrando sus dientes con la
ferocidad de un animal salvaje agazapado en su soledad. “Dallas Buyers Club”
no sería la obra que es sino tuviera a Matthew McConaughey de
actor, ni a Jared Leto como el antagonista transexual capaz de
sostener la extraordinaria actuación de su compañero.
El “reality film” es
un subgénero mezcla de documental y ficción, que basa su trama en la vida real
de ciertos personajes de relevancia. A esta categoría pertenece “Dallas
Buyers Club” con guión de Craig Borten y Melisa Wallack.
En esta realización se cuenta la
vida de Ron Woodroof, un mujeriego, adicto al alcohol y las drogas
pesadas, electricista y vaquero de rodeos en Texas, que después de recibir un
diagnóstico de VIH (síndrome de inmune deficiencia adquirida) en 1985, en el que
se le diagnosticaron 30 días de vida, llevó su tratamiento fuera de los
carriles acostumbrados para este tipo de enfermedades terminales.
Ron Woodroof no es un paciente fácil, y
casi siempre termina escapando del hospital al que lo llevan en cada recaída.
Él se burla de las reglas y convierte en cómplice de sus sueños de cura a
la doctora (Eve) que lo atiende (Jennifer Garner quien consigue
con oficio sostener el embate de dos magníficos actores), y a pesar de su
reticencia con respecto a esa nueva variable medicinal decide ayudarlo en su
empresa. Ella tampoco cree demasiado en la droga AZT, que el hospital
suministra a los enfermos de sida y se opone a su jefe Dr. Sevard
(Denis O´Hare) por la forma de medicar a los pacientes.
Ron Woodroof viaja a México para
ponerse en manos del médico estadounidense Dr. Vass (Griffin Dunne),
un renegado y marginado por la sociedad por practicar medicina
alternativa en base de complementos fabricados con ciertas hierbas curativas.
Éste lo convence de que una combinación de fármacos y suplementos
dietéticos pueden ayudar a su sistema inmunológico y
estabilizar las células T. Su regreso a los EEUU será disfrazado de
sacerdote enfermo de cáncer y portando un importante cargamento de
píldoras. Allí comienza su aventura como contrabandista de esperanza. Ya en
Dallas crea el “Dallas Buyers Club” en el que los clientes pagan
una cuota mensual y reciben la medicina contrabandeada por Ron.
Estos tratamientos alternativos no siempre son bien recibidos por los
médicos tradicionales, y mucho menos por los laboratorios que ven frustradas
sus ansias de ganancias por el avance de lo que en la mayoría de los países
latinoamericanos, con ascendencia indígena, se denomina “medicina verde”.
“Dallas Buyers Club” es una fábula sobre el despertar
de un homofóbico que a través de su enfermedad comienza a comprender el
universo de los gays, drogadictos y enfermos terminales que se
cruzan en su vida y lo acompañan en su camino hacia la
muerte.
“Dallas Buyers Club” retoma en cierta media, un poco
más dinamizado, aquél cine social de los ‘50, pero sin profundizar en los
esfuerzos del verdadero Ron, que generó un movimiento muy fuerte de
compradores. Pero a pesar de zonas no balanceadas del guión, y que por
momentos se lo vio a Matthew McConaughey con acciones que se
desarrollaban en una especie de vacío, el filme consigue atrapar al espectador
y concientizarlo sobre el flagelo del AIDS. Tal vez lo que le faltó a “Dallas
Buyers Club” fue ese sentido de militancia y pasión que tenía el
documental de David France´s, “How to Survive a Plague” (“Como
sobrevivir a una plaga”).
Las líneas del guión, por
momentos satíricas, críticas, demoledoras, se extienden en
espacios que van desde un “afuera” vacío, despiadado (habitaciones de hotel de
mala muerte), rodeos sórdidos con personajes de bajo nivel cultural,
hasta un “adentro” del propio ser atormentado por pesadillas de espanto.
El miedo no viene del exterior. Tampoco se compone de viejos recuerdos. No
tiene pasado. El miedo es el del ser mismo, es un aquí y ahora constante, del
que no se puede huir ni refugiarse en ninguna parte. El miedo al
sufrimiento, a la muerte y al desprecio convierte a Ron Woodroof
en un trágico militante de la esperanza.****************************************************
Título: “Dallas Buyers Club: El club de los
desahuciados”. Título original: “Dallas Buyers Club”, EE.UU. 2013,
hablada en inglés y japonés, con subtítulos en español. Realización: Jean-Marc
Vallée Producción: Robbie Brenner, Rachel Winter. Guión: Craig
Borten, Melisa Wallack. Fotografía: Yves Bélanger. Música: Sin
datos. Casting: Ferry Barden, Rich Delia, Paul Schnee. Diseño de
producción: John Paino. Dirección de arte: Javiera Varas.
Escenografía: Robert Covelman. Diseño de vestuario: Kart and Bart.
Supervisión de edición de sonido: Martin Pinsonnault. Supervisión de
efectos visuales: Martín Leduc. Coordinación de dobles: Alex Terzieff.
Compaginación: Martin
Pensa, Jean-Marc Vallée. Intérpretes: Matthew McConaughey (Ron
Woodroof ), Jennifer Garner (Eve), Jared Leto (Rayon),
Denis O'Hare (Dr. Sevard), Steve Zahn (Tucker), Michael
O'Neill (Richard Barkley), Dallas Roberts (David Wayne),
Griffin Dunne (Dr. Vass), Kevin Rankin (T.J.). Estreno en la Argentina: 27 de febrero de 2014, presentada por UIP. Género: Drama. Duración: 117 minutos, S/M 13 años.
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