CRITICAS DEL
martes, 25 de marzo de 2008
VANTAGE POINT
Típica película pochoclera
Los conflictos bélicos que mantiene en estado de alerta a gobierno y población de los Estados Unidos, son sistemáticamente trasladados al cine desde muy disímiles propuestas. La última variante es: Puntos de vista (Vantage Point), cuya traducción original sería Posición ventajosa,
en donde se narra desde la mirada de varios testigos, involucrados en
la acción, el secuestro y muerte del presidente del país más poderoso.
Pete Travis es un realizador que proviene de la televisión y la dirección de sus variados programas así lo demuestran (Omagh (2004) (TV), Henry VIII (2003) (TV), "The Jury" (2002), "Other People's Children" (2000) TV series (unknown episodes), "Cold Feet" (2 episodes, 1999), Life, Love & Everything Else (South Africa: English title) - Episode 2.6 (1999) TV episode - Episode 2.5 (1999) TV episode). Puntos de vista es su primer largometraje y en él ha volcado toda su experiencia televisiva. De tal modo que ha
recreado ese formato en su película y las secuencias se transforman en
episodios, y los puntos de vista, que se muestran, se asemejan a
pequeñas capsulas de un programa informativo. El guionista Barry L. Levy, proviene del área de la producción (Kung Fu, Black Irish, Zolar (TV), y “Vantage Point” es su primer guión.
Director
y guionista son dos debutantes en el territorio del largometraje y eso
es lo que el espectador apreciará, ya que la propuesta adolece de
estructura y consistencia. Casi todas las críticas han coincidido en que
se quiso emular el filme "Rashomon", la influyente película del maestro
Akira Kurosawa, pero creemos que sus creadores si recibieron alguna influencia son más bien del cine B americano. En “Rashomon” hay cinco versiones de la misma anécdota, pero el punto de vista más importante pertenece a Kurosawa, es decir el cineasta posee una posición ventajosa y es justo esa la falla de esta propuesta.
¿Justifica el proyecto el espectacular despliegue de trucos, carreras y efectos especiales para contar esta historia?
, es obvio que no. Pero como en los últimos años se ha puesto de moda
la utilización de esquemas no lineales en la mayoría de las producciones
independientes, es posible que guionista y director hayan pensado que esa línea los proyectaría a ser candidateados a algún premio académico. Lo peor es que Pete Travis en su necesidad de ser efectista, en las escenas de acción cae en la vulgar e irrisoria imitación de Paul Greengrass (“El mito de Bourne” y “El ultimátum de Bourne"). Mientras que el compositor Atli Örvarsson tampoco ayuda a equilibrar los despropósitos del realizador, ya que no consigue crear un sonido armónico, sino ruidosas musicalidades, para acompañar el desarrollo del filme.
Las
interesantes ideas del director, que por momentos las tiene, se pierden
en un fárrago de imágenes que se superponen unas con otras y saturan al
espectador hasta el hartazgo con sucesivos “flash back”. El filme se
inicia con la llegada del presiente de los Estados Unidos a una
conferencia internacional sobre la paz y en contra del terrorismo, el
punto de reunión y comienzo de la acción es la Plaza Mayor de Salamanca
(muy bien recreada en el Estado de Puebla- México).
Durante
la cumbre en la que la mayoría de los presidentes, jeques o emires del
mundo se reúnen para unificar criterios a fin de solucionar el flagelo
de la lacra terrorista, el presidente de los Estados Unidos (Willam
Hurt) es alcanzado por un francotirador y el podio estalla de un bombazo
en mil pedazos, con las consecuentes carreras de ambulancias, patrullas
y gente. A partir de allí la cámara se internará en el trágico
acontecimiento desde la mirada de los implicados en el hecho: dos
agentes del Servicio Secreto Dennis Quaid y Matthew Fox, el infaltable turista (no japonés) con su cámara fotográfica Forest Whitaker, un pseudo policía local, Eduardo Noriega (Lobo), un equipo televisivo encabezado por Sigourney Weaver... ( su actuación se pierde en el fárrago de las escenas y la subtrama que protagoniza no posee final). Es indudable que nunca se sabrá porque figuras como las anteriormente mencionadas, de trayectorias impecables, acompañadas por otras aunque de menor rango igual de efectivas: Richard T. Jones, James LeGros, Zoe Saldana, Bruce McGill o Edgar Ramírez, se hayan prestado a colaborar en una película tan mediocre.
Uno
de los mayores problemas de este filme es que es demasiado localista, y
en vísperas de elecciones todo vale para mantener aterrado a los
americanos que se levantan con miedo y se acuestan con terror. Pero es
el típico producto yanqui complaciente, pueril e ideal para pasar una
tarde de lluvia comiendo pochoclos.***** Beatriz Iacoviello
(publicada en Elrincón del cinéfilo.com.ar)
lunes, 24 de marzo de 2008
UN FUNERAL CON SABOR A VIEJOS TIEMPOS
Frank Oz, con una amplia trayectoria como marionetista de varias series televisivas entre ellas Sesame Street (1969-2007), Muppets Treasure Island (voz de Miss Piggy, Fozzie Bear), pero especialmente el actor que le diera la voz a Yoda en la trilogía de Star Wars, además de trabajar en Blues Brothers (2000) y ser uno de los mejores colaboradores Jim Henson, filmó una serie de comedias de típico humor inglés con mediana recepción dentro del público hispanoamericano.
Entre sus comedias más celebradas se encuentran: In & Out (1997), Little Shop of Horror (1986), Wat About Bob? (1991), Bowfinger (El profesor chiflado -1999), The Score (2001), The Stepford Wives (2004), pero la que sin dudas le dará buenos dividendos en la taquilla será Muerte en un funeral (Death at a Funeral, Gran Bretaña-EE.UU./2007).
Frank Oz regresa a las pantallas mundiales luego de tres años de ausencia y sin grandes estridencias, de modo discreto, pero efectivo. Muerte en un funeral es una de esas comedias en la que el público puede reírse de principio a fin en un casi tiempo cronológico real (dos horas), y cuya acción transcurre en un solo escenario.
La historia es sencilla un “pater familiae”, uno de esos patriarcas intachables de la sociedad inglesa, con resabios victorianos, ha muerto. Su familia prepara su funeral. Sus hijos Daniel (Matthew Macfadyen -“Orgullo y prejuicio” -2005) y Robert (Rupert Graves -“V de Vendetta”- 2005), son los encargados de organizar los arreglos de la ceremonia. A ésta comienzan a llegar los diferentes protagonistas, personajes cuya excentricidad es una competencia de habilidades histriónicas. En ese duelo no falta nadie: el hipocondríaco, el tímido (Alan Tudyk- 3:10 to Yuma - 2007), los hermanos enfrentados por el éxito, la histérica mujer de uno de ellos, el enamorado despechado (Ewen Bremner . Match Point -2005)), un tío inválido (Peter Vaughan - Brazil - Second Sight: Kingdom of the Blind (2000) (TV), un autoritario, un padre despótico y una hija rebelde (Daisy Donovan -The Waiting Room -2007), como tampoco el inevitable drogadicto (Kris Marshall - The Amazing Trousers -2007).
El espectador asistirá a las presentaciones de cada uno de ellos, en medio de un humor refinado y sutil, pero que a poco de comenzar esa exquisitez se trastoca y da lugar a un humor más revulsivo y soez, pero también más divertido. Finalmente el solemne funeral, del inicio del filme, acabará por convertirse en un caos tragicómico donde no faltarán elementos tan alucinantes como un enano drogado ( Peter Dinklage -Nip/Tuck- Ascension Day (2007) metido en el ataúd encima del muerto, como también en ese desfile de desvaríos aparecerán algunos personajes desnudos, un presbítero acorralado por el tiempo (Thomas Wheatley -Second Sight: Kingdom of the Blind -2000- (TV), y una inconsolable viuda (Jane Asher (“Tirant lo Blanc” – 2006).
Desde la primera escena se sabe que nada saldrá bien en ese funeral. El muerto que llega a la casa no es el que corresponde, y a partir de allí todo será una sucesión de gags entre los que se incluye uno lo suficientemente escatológico como para provocar gracia y repulsa al mismo tiempo. Si bien Oz no recurre a fórmulas fáciles para provocar la risa, su éxito radica en el constante progreso de la acción y en el tono farsesco que imprimió a su realización.
Muerte en un funeral es una película con un gran derroche de talentos desde el magnífico guión de Dean Craig (Caffeine -2006, Lift -2004, Dirty Little Secrets -2003), y un elenco buscado especialmente, ya que casi todos trabajaron de un modo u otro juntos en diversas series televisivas, por lo tanto se conocen muy bien, tanto que pueden integrarse sin dificultad en esta comedia coral inglesa, que por momentos tiene toques hollywoodenses mixturados con cierta picardía latina.
Comedias que juegan con la muerte no son primicia en las carteleras, pero lo interesante de las mismas es el estilo que impusieron los ingleses, en especial las famosas producciones de la Ealing: Ocho sentencias de muerte (Kind Hearts and Coronets -1949) de Robert Hamer, título que alude a los ocho asesinatos que debe cometer un hombre para acceder a una abultada herencia; El quinteto de la muerte (The Ladykillers -1955) de Alexander MacKendrick, divertida farsa sobre la muerte y ladrones inexpertos que terminan siendo víctimas de su propia impericia.
Hollywood por su parte acerca al público: Arsénico por compasión o Arsénico y encaje antiguo (Arsenic and Old Lace) es una película de 1944 dirigida por Frank Capra, enredada comedia negra en la cual Mortimer Brewster (Cary Grant) es un periodista que descubre que sus dos ancianas tías se dedican a asesinar hombres viejos y enterrarlos en el sótano de la casa.
Monsiuer Verdoux (1947) de Charles Chaplin y libro Orson Welles, basada en un hecho real. Verdoux
es un Barba Azul, un insignificante empleado de banco que, habiendo
perdido su empleo durante la depresión, idea un plan para casarse con
solteronas viejas y asesinarlas luego a fin de quedarse con su dinero.
Tim Barton continuando la línea inglesa presenta varias películas con el tema de la muerte: Beetle Juice (1988) literalmente Jugo de escarabajo, es la historia de un difunto, Michael Keaton, que vive en el "No-Mundo", recreación del mundo real según la visión de los muertos. El gran pez (Big Fish – 2003): Edward Bloom era un hombre que relataba momentos de su vida añadiéndoles características fantásticas. El cadáver de la novia – (Corpse Bride - 2005), animación que relata una leyenda ruso-judía e interrelaciona el mundo de los vivos y muertos con total naturalidad.
La muerte les sienta bien (Death Becomes Her-1992) de Robert Zemeckis, trata de dos mujeres que pactan con el diablo que posee cuerpo de mujer y cuando ambas se vuelven inmortales se dan cuenta de que su vida ya no será la misma.
Despertando a Ned (Waking Ned Devine - 1998) de Kirk Jones, donde hay que desenterrar un cadáver para conseguir el billete ganador de la lotería.
Bailando en el cementerio o Funerarias S.A. (Plots with a view -2002) de Nick Hurran es un filme ingenioso sobre la apacible vida en un pequeño pueblo inglés donde rivalizan dos funerarias muy especiales.
Muerte en un funeral retoma todas estas líneas anteriormente mencionadas, (prueba de ello son los títulos de apertura del film que evocan ciertas producciones de los años ochenta) para hacer un cóctel satírico de explosiva hilaridad con un discurso final que hará reflexionar al espectador sobre la realidad circundante. Frank Oz una vez más desde la risa se permite realizar un acertado e irreprochable friso sobre la conducta humana y mostrar que lo más temido en esta vida: la muerte, puede resultar una transición divertida.******* Beatriz Iacoviello
Alegoría sobre una princesa del siglo XX
No siempre las segundas partes fueron buenas y Elizabeth, la edad de oro (Elizabeth: The Golden Age, Reino Unido-2007), no es la excepción. Su director, Shekhar Kapur , nacido en Punjab –India, hoy en poder de Paquistán , que había realizado la primera versión de Elizabeth, la reina virgen (Elizabeth, The Virgin Queen - 1998) y tiene en su haber más de una docena de trabajos como actor, unas cuantas producciones y una casi diez películas filmadas entre India y el Reino Unido entre las que se encuentran: La máquina del tiempo (Time machine- 1992), Bandit Queen (La reina bandida) (1994), Las cuatro plumas (The Four Feathers (2002), no logra alcanzar en esta producción el brillo y fuerza de la primera.
El guionista William Nicholson (Gladiator) se unió a este segundo proyecto, Elizabeth: La edad de oro, junto a Michael Hirst y Kapur para dar más resplandor a las escenas de acción. Si bien en Elizabeth, la edad de oro hay vaguedades históricas, lo que sí consiguió el realizador fue recrear con gran fidelidad el estilo de vida y el vestuario de la época (no en vano ganó un Oscar® en este rubro). En ese sentido se sustituyó el realismo histórico por pura estética postmodernista de alta costura (de hecho el vestuario es de Balenciaga, las joyas están diseñadas por Erickson Beaumont de Belgravia y los sombreros por el sombrerero de Dior, Stephen Jones). Si buscamos los cuadros de Elizabeth I veremos que Cate Banchett , además de parecérsele bastante, luce trajes más o menos idénticos a la imagen de su antecesora real, que durante la famosa batalla contra la Armada Invencible (1588) tenía 55años.
Retrato
de Isabel I (de autor anónimo, hacia 1589), conmemorando la derrota de
la armada española (representada en el fondo). Obsérvese el globo
terráqueo bajo la mano derecha de la reina, símbolo de su poder mundial
En esta recreación histórica Elizabeth I debe enfrentarse a la traición en el seno de su familia y a sangrientas tentativas de apoderarse de su trono. Elizabeth I es consciente del cambio religioso iniciado en el siglo XVI en Europa, y de la alianza del poderoso rey español Felipe II con su prima María Estuardo, reina de Escocia, para restaurar el catolicismo en Inglaterra.
Más allá de las múltiples y variadas imprecisiones sobre los hechos históricos que posee el filme, consideramos que estos llevan a otra lectura de la realidad mucho más cercana al siglo XX.
A veces para contar la historia actual hay que remitirse a siglos anteriores y creemos que en esta versión lo que se cuenta es la muerte de la princesa Diana, que como María Estuardo (a su modo) habría conspirado contra la corona. Los métodos de cortar cabezas ya no existen, pero siempre hay un modo de realizar un castigo ejemplar y sesgar la vida de alguien. Accidente o no, la muerte de la “Reina de Corazones” será un misterio muy difícil de dilucidar.
Lady Di, a semejanza de María Estuardo, mantenía relaciones con personajes equivocados y éstos aparentemente eran amenaza latente para la corona. La primera se conecta con los árabes y la segunda con los españoles. En ambos casos culturas distintas, religiones diferentes, y siempre un mismo loco afán: la venganza.
La excelente fotografía del buen artesano Remi Adefarasin ( Scoop, Match Point, Emma, u Onegin) crea los climas y el ritmo necesario para por lo menos entretener durante gran parte de la película. Y con pocos recursos conseguir que la batalla contra la Armada Invencible de Felipe II parezca devastadora. Trabajada en elipsis y metáforas el espectador verá el derrumbe un reino con dos simples imágenes: la de tigre del mascarón de proa de la nave de la reina incrustarse en un barco insignia español, y la toma desde el abajo del agua de la panza de un caballo pataleando para sobrevivir. Luego muchas tomas con cámaras girando a 360°, que dará sensación de vértigo y frenesí en la lucha.
En el terreno de las alegorías Kapur recurre a iconografías de la saga artúrica en la que Elizabeth se yergue a un mismo tiempo en Arturo – con su coraza de guerra y su arenga a los soldados – a Ginebra en la contemplación de la victoria, cabello suelto, descalza y en camisón, y fundamentalmente a Epona, la diosa celta de los caballos,
de la fertilidad y de la naturaleza, asociada con el agua, la curación y
la muerte indistintamente, comparable a, Cibeles. También a la
iluminación juega un rol importante en ese terreno mientras el discurso
de Felipe II sostiene que el catolicismo es la luz del mundo e
Inglaterra la oscuridad, se muestra al universo católico con un
predomino de vestimentas y ambientes oscuros y negros, frente a la
colorida, luminosa y cálida corte isabelina.
En esta segunda parte de Elizabeth, (la primera (1998) confirió prestigio y un Oscar® a Cate Blanchett), se
enfatiza la riqueza del personaje protagónico, y logra que su humanidad
prive por sobre el fastuoso contexto que la rodea. Mujer masacrada por los odios y la divinización, vehemente, exaltada, sin
tapujos ni máscaras y mucho menos de protocolos, en una composición
exquisita que comienza en el guión (para ser precisos comienza en el
guión de la original y se ahonda en esta secuela), en la cual Blanchett, alcanza
el máximo de su nivel interpretativo. La espléndida ambientación del
siglo XVI, no en vano llamado el Siglo de Oro por los españoles, época de Shakespeare y Cervantes, permite ingresar en
los acontecimientos históricos, con coherencia y sin moralismo. Poco
importan las licencias o recreaciones narrativas que se toman al
describir estos acontecimientos, en pos de un mayor efecto dramático, lo
que consigue el realizador es crear una atmósfera de intriga y suspenso
en la que siempre se verá a los personajes al filo de sus acciones. Clive Owen, como Sir Walter Raleigh, le otorga un cierto “savoir faire” a
un personaje que equilibra la trama, y permite hacer surgir a la el
lado oscuro de la reina en un triangulo amoroso en que se destaca la
belleza de Abbie Cornish como Elizabeth Throckmorton. Quien sin lugar a dudas mantiene su excelencia y capacidad de recrearse a sí mismo en cada filme es Geoffrey Rush, al interpretar de modo impecable una figura clave en la realidad y la ficción: Sir Francis Walsingham
El
grupo de los malos que son la contrapartida de esta épica realización,
son integristas religiosos que atacan desde dos flancos uno interior
–María Estuardo - una Samantha Morton, contenida y convincente en su ancestral odio hacia su monárquica rival – y otro del exterior –Felipe II -, un Jordi Mollà que a pesar de interpretar un estereotipado rey español, logra
por momentos convencer de sus ideales religiosos. Dentro de la
estructura de los villanos aparece la pequeña infanta Isabel Clara
Eugenia, hija de Felipe (Aimee King), como una niña diabólica, que se pasea con una especie de muñeco de vudú de la reina Elizabeth. Y no falta en este friso de réprobos personajes el terrible jesuita católico (Rhys Ifans) un conspirador profesional.
La
música de Craig Armstrong (Baz Luhrmann- Romeo + Julieta (1996), Moulin
Rouge,( 2001) da ciertos toques de vanguardismo al corte épico de la
propuesta de Kapur.
Y a pesar de algunos errores Elizabeth, la edad de oro es un buen relato histórico, con intrigas palaciegas, peripecias emocionales y dudas amorosas de esta superlativa diosa-madre de su pueblo- reina del mito histórico que también oscila entre la realidad y la ficción.********* Beatriz Iacoviello
Critica publicada: El rincón del cinefilo.com.ar
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